Argentina enfrenta una creciente crisis en la seguridad alimentaria, evidenciada por un aumento alarmante en los casos de intoxicación relacionados con fallas en los controles sanitarios y la comercialización de productos en mal estado. Este problema no solo pone en riesgo la salud pública, sino que también genera desconfianza en los consumidores hacia la industria alimentaria y los organismos de control.
Intoxicaciones alimentarias: Casos alarmantes
En 2022, más de 2.500 personas fueron atendidas en hospitales públicos por intoxicaciones graves relacionadas con alimentos en mal estado, según el Ministerio de Salud. Uno de los incidentes más destacados en 2024 involucró a más de 50 personas intoxicadas tras consumir productos comprados en una reconocida cadena de supermercados. Investigaciones posteriores señalaron fallas en la cadena de frío, permitiendo la proliferación de bacterias en productos perecederos como carnes y lácteos. Este caso puso en evidencia serias deficiencias en la infraestructura de refrigeración y en los controles sanitarios del sector.
La situación no es nueva. En 2020, más de 150 personas en el Gran Buenos Aires fueron hospitalizadas tras consumir carne contaminada con Escherichia coli, un patógeno que puede causar complicaciones severas, incluyendo insuficiencia renal. Similarmente, en 2019, una cadena de comida rápida en la Ciudad de Buenos Aires fue vinculada a un brote de intoxicación por Salmonella, tras la venta de hamburguesas mal cocinadas.
Falencias en la fiscalización alimentaria
La Administración General de la Nación (AGN), encargada de auditar la calidad de los alimentos, enfrenta serias limitaciones. Con una insuficiencia crónica de inspectores capacitados y recursos limitados, solo el 30% de los establecimientos alimenticios son auditados anualmente, dejando al 70% sin supervisión adecuada. Esto incrementa significativamente el riesgo de incumplimientos en los estándares de seguridad alimentaria.
Un informe de la AGN de 2021 también reveló que el 18% de los productos envasados comercializados en supermercados y tiendas tenían fechas de vencimiento caducadas. La comercialización de estos productos vencidos no solo viola regulaciones básicas, sino que también expone a los consumidores a riesgos innecesarios.
Además, el personal técnico, como licenciados en Tecnología de los Alimentos, es contratado por algunas empresas para supervisar la producción. Sin embargo, la falta de profesionalización de muchos inspectores y la ausencia de estándares claros limitan la efectividad de estas medidas.
La solución: Implementación de la norma ISO 22000
En este contexto, la norma ISO 22000 emerge como una solución clave para garantizar la seguridad alimentaria en todas las etapas de la cadena de suministro. Esta norma establece requisitos específicos para la manipulación, almacenamiento y distribución de alimentos, asegurando que los productos que llegan al consumidor final sean seguros y de alta calidad.
Beneficios de ISO 22000:
- Reducción de riesgos: Permite identificar y controlar peligros potenciales en toda la cadena de suministro alimentaria.
- Capacitación continua: Fomenta la formación constante de los empleados en prácticas seguras de manipulación y almacenamiento.
- Mejora continua: Promueve la optimización de procesos y la implementación de auditorías regulares para garantizar el cumplimiento de los estándares.
- Confianza del consumidor: Implementar ISO 22000 fortalece la percepción pública sobre la calidad y seguridad de los productos, restaurando la confianza en la industria alimentaria.
Hacia un cambio estructural
Para enfrentar esta crisis, es imperativo que el gobierno y las empresas alimentarias adopten un enfoque proactivo, invirtiendo en sistemas de gestión modernos y en la capacitación de inspectores. La implementación de normas internacionales como ISO 22000 no solo reforzará la seguridad alimentaria, sino que también contribuirá a mejorar la competitividad de la industria alimentaria argentina en mercados internacionales.
En resumen, los recurrentes casos de intoxicación alimentaria son una señal de alerta que no debe ser ignorada. Garantizar la seguridad de los alimentos es una responsabilidad compartida entre los organismos de control, las empresas y los consumidores. Adoptar medidas como la certificación ISO 22000 representa un paso esencial hacia un sistema alimentario más seguro y confiable para todos.
Fernando Arrieta es director regional de G-Certi Global Certification.